15.
El documental después del documental
Guía didáctica El documental / la no ficción 48
Este cine del yo explota en el siglo XXI gracias a la irrupción de la era digital, que amplia las facilidades y beneficios del vídeo; y a los nuevos softwares de edición que nos permiten montar de manera profesional desde nuestros propios equipos. Con el incremento y fácil acceso a las herramientas tecnológicas y a la diversidad de modelos artísticos y su difusión gracias a internet, estamos en el tiempo que vaticinó Vertov: la época de la superproducción de imágenes en la que todos y cada uno somos productores y consumidores de ellas. Todos tenemos una cámara en la mano, es una mano que mira.
Para muchos la irrupción del digital está reconfigurando la imagen del mundo: esta nueva imagen, sin soporte físico, por lo tanto “real”, estos unos y ceros que componen las nuevas imágenes que traducen lo que vemos/grabamos son de tal grado de abstracción (son imágenes que no podemos tocar ya que son una sucesión de bits) que poco o nada
tienen que ver con lo real. Así, lo digital ha puesto de manifiesto la imposibilidad de documentar un mundo que está ahí pero no se puede comprender y descifrar. Ante tal imposibilidad, solo podremos contar el mundo desde nuestra subjetividad. Para muchos documentalistas de principios del siglo XXI, ese entender el mundo no es otra cosa más que entender el cine y a sí mismos desde una subjetividad que solo puede ser expresada desde elementos propios del cine de vanguardia.
Guía didáctica El documental / la no ficción 49
Color perro que huye
Andrés Duque, 2010
“No tengo ni celuloides ni cintas de video. Sólo tengo números almacenados en discos duros y en forma de cajas de memoria llamadas quicktimes. De ellas, he extraído imágenes que ahora junto, ordeno y presento con sinceridad. Aunque, verdades, no son”.
Con esta declaración comienza su primer largometraje Andrés Duque. Un collage de vídeos capturados de internet, películas que marcaron su infancia, grabaciones con familiares y amigos y un viaje a su país natal, Venezuela. Con todos estos fragmentos sin apenas conexión entre sí y apoyándose en cartelas que van estructurando la película, Andrés Duque compone una singular autobiografía y, yendo más allá, un estado de ánimo.
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El jurado
Virginia García del Pino, 2012
“La verdad es solo un grupo de pixeles. El resultado de un zoom digital sobre unos rostros borrosos y la cámara que filma a los miembros de un jurado popular está tan perdida como ellos en el laberinto de pruebas, imágenes y testimonios incapaz de filmar nada que no sea su propia descomposición”.
Con estas palabras describe Virginia García del Pino su primera película. De dispositivo sencillo y crudo, asistimos mediante planos muy cerrados a los miembros de un jurado popular en un caso de asesinato. Mientras ellos parecen buscar la verdad en los testimonios que escuchan, Del Pino parece querer buscar la verdad en sus rostros.
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88:88
Isiah Medina, 2015
Con una apariencia muy similar a la de los diarios fílmicos de Jonas Mekas, el primer largometraje del jovencísimo director Isiah Medina parece una recopilación de fragmentos, recuerdos y momentos íntimos de los amigos, familiares y del propio director. Todo con una vocación rotundamente lírica y sensorial a través de superposición de imágenes, canciones, colores… todo parece intuitivo, todo rebosa libertad como si el tiempo se hubiera detenido. Después de todo, 88:88 son los dígitos que aparecen en nuestros relojes digitales cuando algo ha fallado y estos se han detenido.
Los espigadores y la espigadora
Agnès Varda, 2000
Este documental de la veterana directora Agnès Varda se centra en la actividad de espigar en tres formas distintas: como un modelo de producción cinematográfico (aquel que graba imágenes aquí y allí; que recicla esto y lo otro), como una actividad económica ya obsoleta y como una forma de denuncia al despiflarro que ocasiona el capitalismo (haciendo alusión a la frase “la basura de unos, es la riqueza de otros”).
Para ello Varda entrevista a toda clase de personajes relacionados con estas actividades. Al mismo tiempo, gracias a detalles autobiográficos, Varda nos relaciona estas experiencias con su contexto vivencial relacionado con la vejez. Por un lado, entendemos sus opiniones y deseos como algo real; al mismo tiempo, entendemos que sus confesiones puedan llegar a ser ficciones construidas para adecuarse al relato.