Gracias al acuerdo que la ECAM mantiene con Golem, el alumnado del Máster de Crítica Cinematográfica de la ECAM y Caimán Cuadernos de Cine ha podido asistir al pase de prensa de Ondina, película inaugural del 17 Festival de Cine Europeo de Sevilla y mantener un encuentro posterior con su director, Christian Petzold, flamante Premio a la Mejor Dirección en el festival sevillano. Así nos lo cuenta la alumna Amaia Zufiaur:
Ondina ha sido la película que ha inaugurado el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Este evento, como mucho otros, ha tenido que adaptarse a las nuevas medidas de higiene y distanciamiento social impuestas a causa del COVID-19. En esta 17 edición, varios estudiantes del máster de crítica de la ECAM pudimos asistir a la proyección desde los cines Golem de Madrid. La entrevista posterior con el director se retransmitió en la misma sala por videoconferencia. En esta charla, Christian Petzold, desde Alemania, habló sobre la inspiración de su película: las leyendas clásicas, la versión romántica del Barón de la Motte-Fouqué y el texto de Ingeborg Bachmann Ondina se va. También comentó cómo había sido el proceso de rodaje y el trabajo con los dos brillantes actores que protagonizan esta película.
Nuevos cuentos de hadas
Ondina pertenece al agua, es su lugar y su naturaleza. Ella lo sabe, pero lo guarda como un secreto, en sus misteriosas profundidades. Su expareja la abandona por otra y ella le jura que lo matará. Igual que los espíritus vengativos con los que comparte nombre.
Ondina es una película que habla del amor, tema que su director y guionista, Christian Petzold, ya había tratado en anteriores películas como Barbara (2012), Phoenix (2014) o En tránsito (2018). Historias que tratan del amor imposible y de la evolución de las relaciones. También encontramos una atmósfera mágica en Gespenster (2005) película basada en un cuento de los hermanos Grimm.
En este caso tenemos una narración cercana a la tragedia griega o las historias del romanticismo, en las que sus personajes están condenados a ser arrastrados por algo más grande que ellos, su destino. Ondina (Paula Beer) y Christoph (Franz Rogowski) se enamoran cuando un acuario se rompe sobre ellos. Los peces, el agua y las algas los enredan para siempre. Esta joven es historiadora y trabaja como guía mostrando maquetas de Berlín explicando su evolución urbanística. Ella menciona que el progreso no existe. La historia se repite y se recicla de manera constante. Las maquetas son como una ciudad submarina imperturbable, arqueología eterna. Esta evolución de las ciudades, que a pesar de la modernidad parece que se resisten a cambiar, parece ir en paralelo a la clase de historia de amor que viven Ondina y Christoph. Una historia condenada a la tragedia, la del amor imposible y fatídico. Es una visión del amor plenamente romántica.
Ondina ha salido a la superficie desde los cuentos de hadas. Es un ser mítico intentando tener una vida humana. Parece que lo ha olvidado o que ni siquiera lo sabe. Pero en ocasiones se deja llevar y parece que recupera su verdadera naturaleza. Hay una escena en la película en la que Ondina bucea con su novio y, de repente, desaparece. Vemos flotando sus gafas de buceo y las aletas de plástico. Y ella aparece agarrada a un siluro que la lleva de paseo por las profundidades del lago como si fueran viejos amigos, o dos seres que se reconocen, ya que están hechos del mismo elemento.
La película navega en los límites de lo real y lo fantástico. Si bien parece una historia de amor contemporánea, el peso de lo mítico está siempre latente. Amor atemporal y eterno, como las ruinas bajo el agua. Que nos lleva a sumergirnos con él y nos inunda con su tristeza.
– Amaia Zufiaur