Compartimos con vosotros este artículo de Rubik Audiovisual, sobre la figura del coordinador de clearance y por qué es una figura imprescindible en el audiovisual. ¡Dentro artículo!
En el complejo proceso de la producción audiovisual, existen algunos elementos que el público ve y otros que no. Entre estos últimos se encuentra una figura profesional sin la cual muchas películas o series no podrían emitirse, al menos no sin exponerse a demandas legales o bloqueos en su distribución. Se trata del coordinador de clearance, responsable de revisar que todo lo que aparece en pantalla, desde una canción hasta el letrero de un bar, cuenta con las autorizaciones oportunas.
De tal modo, el clearance es, en esencia, la gestión de derechos en el ámbito cinematográfico. Una tarea que empieza antes de que la cámara eche a rodar y que no termina hasta que la postproducción da paso a la entrega final del proyecto.
El proceso al completo implica revisar guiones, detectar materiales potencialmente protegidos por derechos de autor o marcas, identificar a los titulares de esos derechos, negociar las licencias y conservar la documentación que lo acredita. No es solo una cuestión de orden legal, también lo es de viabilidad comercial ya que una obra que no tiene la parte del clearance resuelta, difícilmente podría exhibirse en salas de cine, plataformas, o canales de televisión, más aún si cabe si la producción aspira a una distribución a nivel internacional.
Esta labor se extiende a una gran variedad de elementos, como por ejemplo músicas, obras de arte, logotipos, objetos de atrezzo con diseño reconocible, tipografías, imágenes de archivo o incluso los derechos de imagen de personas que puedan aparecer de forma inesperada. El trabajo del coordinador consiste en identificar todos esos elementos, anticiparse a posibles problemas y dejar todo atado para que la obra esté limpia desde el punto de vista legal.
Lejos de ser una ocupación estática, el perfil de los coordinadores de clearance combina conocimientos legales con una alta capacidad organizativa, ya que no solo basta con entender la normativa de propiedad intelectual, sino que también hay que saber cómo adaptarse a las dinámicas de un rodaje, cómo comunicarse con otros departamentos y cómo priorizar en función del tiempo y el presupuesto. Cada producción es diferente y cada día puede implicar un cambio en el guion o una decisión estética que obliga a renegociar una autorización.
Con la expansión de las plataformas, el trabajo de clearance se ha vuelto más complejo y al mismo tiempo más necesario. La exposición internacional de las producciones exige que todo el contenido esté validado para todos los territorios en los que se emita, lo que obliga a los equipos de producción a profesionalizar esta parte del proceso.
En paralelo, algunas escuelas e instituciones han comenzado a ofrecer formación específica, como es el caso de la ECAM, que ha puesto en marcha un máster dedicado exclusivamente a la coordinación de clearance, con el objetivo de formar perfiles especializados capaces de cubrir esta necesidad.
Por ese motivo, desde Rubik Audiovisual, nos hemos puesto en contacto con una de las coordinadoras del máster de clearance de la ECAM, Pilar Perlado Hergueta, para ahondar un poco más en el trabajo que llevan los coordinadores de clearance y poder conocer cuál es exactamente su labor.
«Es como ponerle una red de seguridad legal a la creatividad»
Al ser preguntada sobre cómo definiría el término ‘clearance’ y por qué se erige como un departamento crucial en las producciones audiovisuales hoy en día, Perlado Hergueta nos cuenta que “el clearance, en pocas palabras, es asegurarse de que todo lo que aparece o suena en una obra audiovisual (una canción, una marca, una pintura colgada en una pared, una imagen de archivo) tiene los derechos necesarios para ser usado. Suena técnico, pero en realidad es como ponerle una red de seguridad legal a la creatividad”.
“Su importancia radica en que vivimos en un mundo donde los contenidos cruzan fronteras con un clic. Hoy produces una serie en España, y mañana la están viendo en Corea o Estados Unidos. Sin un buen clearance, ese viaje puede detenerse en seco. Y no hay nada más frustrante que una película o una serie lista para estrenar que no puede salir por no tener los permisos bien atados. Una gestión rigurosa del clearance es indispensable para asegurar la explotación comercial sin bloqueo”, añade la docente de ECAM.
Además, también hemos querido conocer su opinión sobre las habilidades imprescindibles que debe tener un coordinador de clearance para llevar a cabo de manera óptima su trabajo y qué perfiles suelen ocupar estos puestos.
Perlado Hergueta nos cuenta que “esta tarea suele recaer en abogados especializados en propiedad intelectual o personas dentro del equipo de producción que, con el tiempo, se han curtido en esta área”. Pero lo cierto es que “no basta solo con saber de leyes, también hay que ser muy meticuloso, tener una buena memoria, y capacidad para anticiparse a los problemas antes de que aparezcan”.
Según expone, también se necesita mucha mano izquierda: “Negociar con agentes de derechos, con autores, con discográficas… Todo ello implica paciencia, tacto y, a veces, creatividad para encontrar soluciones. Es un perfil híbrido, mitad legal, mitad facilitador-resolutivo, y debe tener la capacidad de organización para manejar múltiples elementos y permisos simultáneamente”.
Por este motivo, desde Rubik también hemos querido conocer la visión de los profesionales dedicados al clearance de dos despachos de abogados especializados en su tratamiento dentro del ámbito audiovisual. Para ello, hemos tenido la fortuna de poder contar con los testimonios de Iban Díez, de Menta Legal, y de Mabel Klimt, del despacho Elzaburu.
Al ser preguntados por cuáles son los errores más comunes que cometen las productoras cuando no se cuenta con un proceso adecuado de clearance, Iban Díez nos explica que “El proceso de clearance se ha convertido en uno de los procesos legales más importantes que llevamos a cabo los abogados de producción. Exige ser muy meticuloso y ordenado, ya que las productoras que no siguen un proceso riguroso de clearance corren el riesgo de cometer errores que, en muchos casos, pueden poner en peligro la explotación de la obra, ya que pueden derivar en demandas, medidas cautelares para la retirada del contenido, o el bloqueo de la explotación de la obra”.
Entre otras cuestiones, declara, “si no se lleva a cabo un clearance, o no se hace de forma adecuada, puede ocurrir que se esté haciendo un uso no autorizado de material protegido por derechos de autor, como música, imágenes o fragmentos de obras de terceros”.
Otro error muy común es que “no estemos recabando la autorización para el uso de la imagen de las personas que aparecen en el contenido, lo cual sería especialmente grave si son menores”.
A este testimonio se suma el de Mabel Klimt, que ahonda en la cuestión comentando que “el proceso de clearance se realiza para minimizar futuras reclamaciones en materia de propiedad intelectual, derivadas de la puesta en el mercado de la producción”.
Según nos dice, la idea es realizar este proceso en dos etapas: una preventiva y una a trabajo terminado: “En la etapa preventiva, antes de que la producción tenga lugar, se busca, ante todo, tener información clara, haciendo hincapié sobre los temas fundamentales, de los que no se puede prescindir para que la producción salga adelante. Por ejemplo si se puede utilizar a tal persona real en el contenido, si tengo los derechos del libro y de los guiones de manera correcta para la producción que se pretende llevar adelante o si este cuadro o esta canción, que son esenciales para el contenido están disponibles y a qué coste”.
En un segundo momento,” se trabaja con los guiones, para un análisis más en profundidad de los derechos y permisos necesarios, dando las alertas del caso”.
Luego, con el trabajo terminado, “se revisa la versión final del material, es decir, lo que se va a emitir, y se vuelve a verificar que todos los contenidos preexistentes, permisos y cuestiones legales están dentro de los parámetros de mínimo riesgo”.
Completar este proceso de clearance de manera adecuada permite que se pueda activar un seguro específico para la producción, el llamado E&O, seguro de errores y omisiones, de cara a cubrir riesgos derivados de estos temas. “Este seguro es esencial de cara a una circulación internacional del contenido, por un lado, y es parte del delivery legal de todos los operadores internacionales y cada vez más de los nacionales también”, explica Klimt.
«Hay una falta de formación específica en este campo»
Para conocer con mayor precisión las carencias que habitualmente existen en el sector respecto a este concepto del clearance, Perlado Hergueta nos señala que “lo más evidente, y preocupante, es la falta de una formación específica y bien estructurada en este campo”.
Durante demasiado tiempo, “el clearance ha sido tratado como un tema secundario dentro de la producción, casi como un trámite más que ya se resolverá sobre la marcha”. Muchos profesionales, subraya, “han tenido que aprender a base de sustos: una canción sin permiso, una imagen que parecía inofensiva… Y de pronto una producción parada o, peor aún, enfrentándose a una reclamación económica que podría haberse evitado”.
Además, Perlado Hergueta considera que “sigue habiendo bastante confusión sobre lo que se puede usar libremente, lo que necesita una licencia y lo que realmente está en dominio público”. No es raro que “incluso gente con experiencia en el sector no tenga del todo claro qué entra dentro del clearance o lo mezcle con otros temas de derechos, y eso es un problema”. Si nadie se encarga de esto desde el inicio, “lo que parecía un detalle sin importancia puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza justo cuando el proyecto está a punto de ver la luz”.
Otro de los objetivos de este reportaje ha sido esclarecer todas las dinámicas referentes al clearance, y para ello, hemos querido conocer qué tipos de derechos son más delicados de gestionar en una producción audiovisual. Mabel Klimt opina que “cada cuestión tiene su propia singularidad, y su importancia depende, sobre todo, de lo necesario que pueda resultar para que el contenido que se está produciendo tenga sentido. Dicho esto, efectivamente, hay cuestiones más sensibles, como pueden ser aquellas que involucran a menores de edad, en las que hay que estar especialmente atento. Y por supuesto, aparte están las cuestiones singulares de un territorio que pueden terminar dando dolores de cabeza, si no se tiene un conocimiento profundo de la legalidad aplicable en cada circunstancia”.
En estas cuestiones, apunta Klimt, incluyen el derecho de panorama, esto es “la captación de imágenes de obras de arte incluidas en la vía pública o edificios, que en España está incluido entre los límites de los derechos de propiedad intelectual y que, sin embargo, en otros territorios requieren un permiso, o bien también existen soluciones singulares sobre el tema, como las que se dan en Italia, con la obligación del pago de una tasa”.
Iban Díez también ha querido responder a esta cuestión, contándonos que “quizás lo más delicado de gestionar en una producción audiovisual sean los derechos a la propia imagen, al honor y a la intimidad. Y es así porque afectan a derechos fundamentales, especialmente protegidos por nuestro ordenamiento jurídico, lo que requiere de una cautela y un cuidado especial. Vulnerar, sin causa, alguno de estos derechos puede motivar consecuencias muy severas para la explotación de la obra”.
Pone el ejemplo de la tendencia actual del true crime: “Por ejemplo, las medidas cautelares que se han adoptado contra el documental del ‘caso Angi’; o la petición de la madre del niño Gabriel, asesinado en 2018 por la pareja de su exmarido, para que no se hablase más del caso y que cesase la violencia mediática, al conocerse que la asesina del menor estaría colaborando desde la cárcel en un nuevo documental sobre el caso. Sin duda, estos derechos fundamentales son los más sensibles y, sin obviar la necesidad de observar el resto de derechos que deben analizarse en un clearance, son los que pueden acarrear consecuencias legales más graves en la explotación de una obra”.
«El crecimiento de plataformas ha cambiado las reglas del juego»
Con la intención de conocer más de cerca cómo se encuentra actualmente el mercado laboral entorno al clearance y si se ha percibido un aumento en la demanda de los profesionales de este sector, Perlado Hergueta afirma que “el crecimiento de plataformas como Netflix, Amazon, Disney+ y muchas otras ha cambiado las reglas del juego”. Ahora los proyectos tienen estándares internacionales desde el inicio “y eso implica un clearance muy riguroso”.
“Hoy en día, quien sabe hacer bien este trabajo tiene muchísimas puertas abiertas. Desde departamentos legales de productoras grandes, hasta agencias de publicidad, distribuidoras, festivales o incluso archivos audiovisuales. Y no es solo que haya trabajo, es que se valora muchísimo. Porque tener a alguien que te evita un problema legal de cientos de miles de euros, no tiene precio”, asegura una de las coordinadoras del Máster de Clearance de ECAM.
Asimismo, y haciendo referencia al párrafo anterior, Iban Díez nos explica el impacto que la popularidad de las plataformas y la internacionalización de los contenidos han tenido en el desarrollo de los profesionales del clearance: “la forma de trabajar ha variado porque nuestras películas y series tienen un recorrido más internacional y, por tanto, mayores horizontes de explotación. Esto implica que haya cada vez más agentes intermediarios internacionales que precisen de mayores garantías de seguridad legal en la explotación. Las plataformas no son una excepción. Todas ellas exigen exhaustivos procesos de clearance, y suelen compartir los criterios que ellos manejan para la realización de este trabajo de clearance”.
Esto es importante porque en el proceso de clearance de una serie o película, en la mayoría de las ocasiones, “no hay blancos ni negros, hay siempre márgenes de interpretación para validar el uso de elementos de terceros, pero que no están exentos de riesgos”. Según afirma, “ahí es donde radica la verdadera pericia del abogado de producción, en ser creativo y saber mitigar el riesgo, y en argumentar legalmente todas las decisiones que se tomen, de modo que, si el riesgo acaba siendo real, se pueda defender fácilmente la posición de la productora. La posición fácil para un abogado es ser conservador en sus decisiones, pero eso normalmente acaba perjudicando creativamente el proyecto”.
Finalmente, Mabel Klimt explica detalladamente a qué se expone una producción que no estuviera respaldada por un adecuado trabajo de clearance y no contase con las licencias pertinentes: “La consecuencia, en el caso de que deba pedirse un permiso o licencia y no se solicite y la obra se explote, es que podría haberse cometido una infracción de derechos, ya sea de propiedad intelectual o de otro tipo. Mientras la obra no esté divulgada, en principio, no hay todavía infracción, con lo que no habría ningún problema en que la regularización o clearance se haga a posteriori”.
El problema ahí sería que “el titular de los derechos deniegue expresamente el uso del material en la película, lo que obligaría a cambiar el montaje”.
Podemos concluir, por tanto, que el clearance se revela como una pieza clave en la producción audiovisual contemporánea, especialmente en entornos donde los contenidos tienden a internacionalizarse de forma casi instantánea. Lejos de ser un trámite administrativo, el clearance se erige como una tarea compleja que exige precisión legal, agilidad operativa y visión estratégica.
La creciente demanda de profesionales especializados pone de manifiesto su relevancia, así como la necesidad urgente de una formación adecuada. Garantizar que una obra esté limpia desde el punto de vista legal no solo evita bloqueos o litigios, sino que asegura su viabilidad comercial y su proyección internacional.