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La alumni Paula González nos cuenta su experiencia en FID Campus Marseille

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Paula González, alumna recién egresada, acaba de volver de Francia después de estar una semana en el programa de residencia en FID Campus del  FID Marseille, que organiza el Festival Internacional de Cine de Marsella y que tuvo lugar del 18 al 25 de julio en Francia. Su cortometraje final de diplomatura, ‘La fiesta del fin del mundo’ fue proyectado en el festival que dirigió Paula junto a sus compañerxs Gloria Gutiérrez y Andrés Santacruz.

¿Qué supone para ti esta oportunidad?

Poder ir a FID Marseille ya de por sí, como espectadora del festival, me parece una pasada. Pero más todavía, poder asistir a una residencia como la de FID Campus. Conocí el festival durante mis estudios de Cine Documental en la escuela y, desde entonces, ha sido un punto de referencia para mí, ya que a través de su programación  he podido descubrir nuevos artistas interesantísimos que desconocía.

FID Campus está planteado como una residencia de estudiantes de cine de todo el mundo, que transcurre durante toda la semana del festival, y en la que tenemos diversas actividades: sesiones con cineastas que nos dan feedbacks sobre nuestros cortometrajes, masterclasses, proyecciones, y rutas en Marsella, conociendo la ciudad a través de visitas a localizaciones de rodajes, videoclubs, centros culturales, y los rincones en los que pintaba Cézanne.

¿Qué es lo que más te ha interesado del programa?

La experiencia ha sido genial por muchas cosas: por un lado, poder conocer a jóvenes cineastas de otros países, poder conocer sus obras y compartir toda la semana con ellas. Por otro, tener sesiones de feedback sobre nuestros cortos con profesionales como la montadora Claire Atherton, la directora de fotografía Caroline Champetier y las directoras Payal Kapadia y Diego Marcon; que ha sido un espacio de aprendizaje constante.

Además, Apitchatopong, uno de los directores que más me fascinan de la actualidad, recibió el Gran Premio de Honor en FID Marseille, por lo que hubo una retrospectiva de su obra en el festival, y pudimos tener una masterclass con él. Fue increíble poder conocer su trabajo más de cerca, sus intereses, sus procesos creativos y sus referentes.

¿Consideras importante formarte en cine? ¿Por qué?

Para mí la formación en cine es muy importante y me parece muy interesante poder hacerlo de distintas maneras: ya sea en la escuela, en internet, leyendo libros, viendo películas, escuchando a amigos… Creo que hay muchas formas de aprender cine, todas muy distintas y válidas. Aprendí mucho en la escuela con mis compañeros y profesores, pero también fuera de ella. Creo que la formación en cine es un aprendizaje constante, que muta todo el rato y, por eso, es fascinante. Recuerdo lo mucho que me impresionó ver los Bouquets de Rose Lowder, nunca había visto paisajes mostrados así, como si cada frame fuera un destello. O cómo Chloé Galibert-Lainê realiza películas mostrándonos sus investigaciones a través de la pantalla de su ordenador. O cómo Ben Russel, que justo acaba de mostrar en el FID su última película, The Invisible Mountain, trabaja el cine como algo hipnótico, como trance.

Creo que cada descubrimiento en el día a día, ya sea una película, un nuevo cineasta, una nueva idea que te comparte un profesor, un amigo, o incluso un comentario de un desconocido YouTube, son revelaciones muy valiosas que sin duda son parte de la formación en cine.

En tu caso, ¿qué te motivó para empezar a estudiar en la ECAM?

Antes de comenzar a estudiar Documental en la ECAM, estudié Comunicación Audiovisual. El último año de carrera hice Erasmus en la Escuela de Teatro y Cine de Lisboa, y justo, una de las primeras semanas de curso, fuimos a una de las sesiones del festival DocLisboa. Allí vi una película de una directora que no conocía, Chantal Akerman. Era “No Home Movie”. Me impresionó tanto ver esa película, cómo retrataba a su madre, su casa… Me emocionó mucho y nunca había visto algo así, hecho desde lo real. Recuerdo que pensé: “Wow, ¡yo quiero hacer algo así!”. Me pareció hermoso como Chantal trabajaba desde lo cotidiano, desde lo real. Estuve meses pensando en la película. Y en cuanto llegué a Madrid, busqué información sobre la ECAM y la diplomatura de Documental, y así comenzó todo.

¿Cómo planteas tu carrera como cineasta ahora que estás despegando?

No lo tengo muy claro, la verdad… Jajaja. Bueno, lo que sí tengo claro es que me gustaría mucho trabajar como en los últimos proyectos que he dirigido: con un equipo pequeño, de amigos, en los que confío y a los que admiro mucho. Me encanta sentir los rodajes como un espacio familiar en el que poder experimentar, equivocarse, buscar soluciones, y estar abierta a nuevas posibilidades (creo que es de lo más interesante de Documental, el hecho de dejarse sorprender por lo imprevisto!). También tengo claro que quiero seguir trabajando desde lo real, los híbridos realidad-ficción, lo íntimo y lo cotidiano. También me interesa mucho la mezcla de géneros cinematográficos. Ahora mismo estoy empezando a desarrollar un proyecto musical, documental y terror, en el que voy a trabajar con canciones de pop de amor. No tengo ni idea de qué va a salir, pero me apetece mucho experimentar y perderme un poco en el proceso, a ver qué pasa.

¿Algún recuerdo o anécdota de la ECAM que lleves siempre contigo?

Recuerdo con muchísimo cariño los Akelarres en la escuela. Las sesiones de análisis de ejercicios eran lo más, después de estar todo el curso trabajando en un proyecto, te reunías con tus profesores y compañeros para compartir tu película, y eran momentos muy emocionantes en los que aprendíamos muchísimo. Eran espacios de intercambio muy interesantes, de hecho, incluso ahora que he acabado la ECAM, intento pasarme a los de los nuevos cursos, siempre es genial poder ver las nuevas piezas que se hacen en la escuela y escuchar el feedback de compañeros y profesores.

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