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Crítica de ‘O corno’ por Diego Simón, alumno de Máster de Crítica Cinematográfica

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Diego Simón, alumno del Máster de Crítica Cinematográfica, nos trae esta crítica de ‘O corno’, película de Jaione Camborda que obtuvo la Concha de Oro en la pasada edición del Festival de San Sebastián y que pasó por la cuarta edición de La Incubadora. ¡Sigue leyendo!

La naturalización del cuerpo

El cuerpo puede ser una máscara de lo que habita debajo, o un campo de cicatrices provocadas por golpes ajenos o propios. Es, además, el vínculo hacia la vida y el rastro tras la muerte. Todo esto lo refleja Jaione Camborda en O corno, su segundo largometraje y la última Concha de Oro del Festival de San Sebastián que aborda el embarazo y sus implicaciones como un tríptico, comenzando con un primer parto de diez minutos rodado desde una mirada realista, colectiva y costumbrista, preocupada por no intensificar la tensión y el dolor intrínsecos del momento. La directora gallega cuida los movimientos de cámara y el uso del silencio con la intención de naturalizar tanto el primer contacto del ser humano con la vida como el cuerpo que lo hace posible. Nada tiene que ver esta escena, por ejemplo, con los partos de Titane (Julia Ducournau, 2021), más visceral y surrealista, o el de Los días que vendrán (Carlos Marqués-Marcet, 2019), ubicado en la cama de un hospital y rodado con un propósito documentalista. Camborda busca y encuentra una identificación directa e íntima con lo real a través de la imagen ficticia para evitar una espectacularización que resulte ajena al espectador.

Esta idea, la de darle un sentido natural al cuerpo para normalizarlo, cobra fuerza en el contexto que envuelve la historia: Isla de Arosa, año 1971; mundo rural, tardofranquismo. La represión social hacia la mujer de aquella época, cuando cualquier deseo sexual ajeno al propósito de procrear suponía un castigo, recorre los 103 minutos del filme. O corno se une así a un “nuevo cine realista español” —por darle un titular— que está emergiendo durante los últimos años, liderado no en exclusiva por directoras que otorgan un protagonismo fundamental a personajes femeninos y sus circunstancias propias. Prueba de ello son las recientes Viaje al cuarto de una madre (Celia Rico, 2018), Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022), La maternal (Pilar Palomero, 2022), Matria (Álvaro Gago, 2023), 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola Solaguren, 2023) o Creatura (Elena Martín, 2023). Este reflejo de las preocupaciones actuales a través del cine no puede confundirse con una unificación simplista de sus películas, equiparando unas con otras sin entender las diferencias estéticas y temáticas que las separan. O corno tiene algo de todas ellas, pero responde a un estilo más simbólico y visual donde se funden la naturaleza, la luz, el pasado y la tensión musical.

El peligro de lo oculto

El castigo social hacia lo inapropiado suponía —y supone— que las mujeres se vean obligadas a actuar al margen de la norma, como si fuera una vida paralela, escondida, donde los secretos también pueden estar presentes a plena luz del día. Camborda lo ilustra a la perfección en esas imágenes de María, la protagonista, oculta entre las plantaciones de trigo mientras intenta remediar la deriva que está a punto de tomar el desarrollo vital de una adolescente: un embarazo no deseado. Así, la película pone en relieve las consecuencias que provoca la falta de libertad: un aborto, una escena de sexo nocturna en medio del campo, un maquillaje no deseado, un cuchillo en mano… La directora las representa en la pantalla con una banda sonora incisiva y una iluminación oscura que encierran y señalan a los personajes, como si la sociedad de aquella época fuera testigo de estas “atrocidades” desde el prisma crítico actual.

Como contrapeso a la soledad y al silencio generados por lo punible, O corno plantea una travesía de sororidad entre mujeres que se preocupan, empatizan, sufren y sobreviven. “Si no me ayudas, lo haré sola”, le dice la joven a María. Porque es mejor arriesgarse que condenarse, y todavía mejor si lo haces acompañada. Por su parte, la dirección de fotografía reafirma el peso de la soledad en la historia a través de los planos contemplativos y mantenidos, aunque en algunas ocasiones estos recursos suponen un pequeño traspiés en el ritmo por la falta de trascendencia de la imagen o por su excesiva prolongación. Aquí también entran en juego los planos detalle hacia texturas concretas, como el jugo de una mora, la arena húmeda, la tierra del campo o el agua del río, que reinciden en la procedencia natural del ser humano y, por consiguiente, de sus inquietudes. En este sentido, destaca una escena por encima del resto: la de una manada de vacas, en apariencia libres y unidas, formada por madres y crías que atraviesan el río con los rayos del sol a pleno rendimiento. Animales, mamíferos… Personas.

Al final, la directora cierra ese tríptico sobre el embarazo con un final abierto a la interpretación por el peso que ejerce el pasado durante el desarrollo de la película, ya sea en forma de miradas nostálgicas y perdidas, heridas de guerra no desveladas o traumas que sobrevuelan a la espera de ser olvidados —o superados—. O corno presenta también una relación paralela entre el pecho de tres mujeres que concentra su intención narrativa: una amamanta, otra desea y la última sufre la corrupción de su propio cuerpo. De esta forma, la cinta trasciende en su mensaje por las conexiones que genera entre el viaje que realiza su protagonista y la estética cinematográfica que la acompaña, poniendo el foco en lo oculto para reflexionar sobre qué emociones se esconden tras un embarazo, un parto o un aborto. Y Camborda consigue arrojar luz hacia su naturalización.

Sobre el autor

Diego Simón (Madrid, 2000) es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la URJC y ve en la crítica cinematográfica la fusión de sus dos grandes pasiones: la escritura y el cine. Desde sus inicios en la universidad, colabora con medios digitales escribiendo sobre cultura, como Elan Cultural, Discordia Magazine o El Generacional. También forma parte del equipo de Revista Cintilatio, un espacio de ensayo cinematográfico donde publica críticas y cubre festivales, como el LesGaiCineMad 2022.

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