Daniel Cortiñas nuestro alumno del Máster de Crítica Cinematográfica, ha podido disfrutar de la ópera prima de Omar Al Abdul Razzak, Matar cangrejos (proyecto incubado en la II Edición de La Incubadora. ¡Sigue leyendo!
El último paraíso perdido
En 1993 Tenerife acogió a Michael Jackson. El Rey del pop reservó 23 habitaciones del Hotel Meliá Botánico del Puerto de la Cruz para amigos y familiares. Su concierto congregó a miles de fans de toda Europa en la isla. La visita del estadounidense lo cambió todo. En los 90s, Tenerife era aún un bastión de resistencia frente al voraz capitalismo, las crisis migratorias y las transformaciones digitales que estaban llegando a la Península y al resto del mundo. Un lugar y una gente que se negaba a aceptar un cambio de tiempo, de vida. Era el último paraíso perdido.
Matar cangrejos (2023, Omar Al Abdul Razaak Martínez) estructura la historia de Paula y Rayco -dos niños tinerfeños de 14 y 8 años con gran libertad debido al trabajo de animadora en un parque de papagayos de su madre soltera- en torno al terremoto cultural y personal que supuso la llegada de Michael Jackson. En esta fábula sobre la pérdida de la inocencia infantil, Al Abdul Razaak nos habla de cómo la descomposición del paraíso que era Tenerife configura la forma de entender el mundo de dos niños que ven de fondo el mundo adulto. Ángeles (su madre), en las fiestas del pueblo, bebe de más y acaba en un callejón intentando coger un poco de aire. Paula, que ve a su madre, hace como si nada y sigue hablando con sus amigos. Todo esto es presentado con un desenfoque parcial, en el que vemos en primer plano y de forma nítida a la niña y, en segundo, a su madre desenfocada. En el universo que Al Abdul Razaak levanta, los asuntos adultos acechan el mundo infantil, pero lo hacen desde las tinieblas. Aunque no se aprecien bien, los cambios de la isla y los problemas personales pasan de fondo.
Un retrato vivo sobre la memoria
En la cinta se aprecia la tendencia humanista infantil/juvenil reciente del cine español; encabezada por Pilar Palomero (alumni) que, con dos largometrajes (Las niñas, 2020; y La maternal, 2022), ya ha dejado un corpus estilístico propio. Esos planos cerrados en la puesta en escena que transpiran las emociones del coming of age se aplican aquí con una cámara en mano que sigue a los hermanos. De forma progresiva, pues la propuesta tiene una fuente radicalmente distinta, la imagen va ganando aire. Los planos se abren dejando que la orografía del paisaje isleño establezca vías de diálogo con los protagonistas. Mientras unos crecen, el otro se derrumba de forma metafórica (cambio de tiempos) y literal (después de la tormenta).
Hay en Matar cangrejos un despliegue gigantesco del pretérito imaginario nacional y, sobre todo, autonómico y local. Le ha llevado 20 años a Al Abdul Razaak materializar la idea y se nota en la exhaustividad del retrato de ese intervalo noventero entre la modernidad y la contemporaneidad. Un halago que podría llevar a pensar que la obra está encorsetada en la rectitud de la ambientación, cuando realmente es un retrato vivo en el que los personajes se olvidan las cosas: el vaso que le acaban de dar a Paula para que tire a la basura, el sombrero de Ángeles en casa, las gominolas en el mostrador… Su concepción y realización es apasionada. Solo hay que fijarse en la saturación de los colores: ocres, azules, rojos, verdes y amarillos intensos. Una decisión artística que concentra el espíritu visceral de la propuesta.
De manera natural, en el relato se conectan tiempo, paisaje y personas, conformando toda una ideología sobre la memoria, el cine y el mundo en el que vivíamos y en el que vivimos. Puede que los paraísos dejen de existir, pero siempre nos quedarán arquitectos melancólicos como Al Abdul Razaak para reconstruirlos y reflexionar mientras los derriban.
Sobre el autor
Daniel Cortiñas es crítico de cine y graduado en Periodismo. Actualmente está estudiando el Máster en Crítica Cinematográfica en la ECAM y escribe crítica de cine en la Revista Mutaciones. Es Jurado Joven en el festival FILMADRID 2023.
