Hoy se estrena en salas ‘La ermita’, el último trabajo de Carlota Pereda (alumni de la escuela). Ignacio Álvarez, alumno del Máster de Crítica Cinematográfica, ha podido disfrutar sobre esta película. ¡Sigue leyendo!
En el cine de terror los niños han funcionado siempre como vía de conexión con aquello que los adultos no estaban preparados para ver, oír y asumir. Por otro lado, el folk horror ha puesto de manifiesto las consecuencias de rebuscar en las tradiciones autóctonas y enfrentarse a los demonios y fantasmas de una época pretérita. En la actualidad, en una época de constante debilitamiento de la educación católica, estas dos aproximaciones están cada vez más unidas, y los niños acuden a las tradiciones y cuentos folclóricos para hallar sabiduría. La progresiva reivindicación de este pasado cultural desde las instituciones públicas conduce al encuentro cada vez más frecuente con estas leyendas desde la infancia.
En ‘La ermita’, el personaje de Emma -encarnada por la sorprendente Maia Zaitegi– siente una unión visceral con Usoa, una niña que sufrió un episodio trágico durante la Peste Negra y a la que ahora se recuerda cada año en el pueblo. Por ello, la protagonista ansía desarrollar su capacidad como médium, para lo que contará con la ayuda de Carol (Belén Rueda). Este acercamiento tan profundo se produce por la necesidad de la niña de hallar una manera futura de comunicarse con su madre enferma, que morirá pronto. Nuevamente esta línea argumental entronca directamente con las tendencias actuales del cine de terror, que ha querido ilustrar los mecanismos del duelo personal a través del encuentro con lo fantasmal, con ejemplos fundamentales como ‘The Babadook’ (Jennifer Kent, 2014) o la reciente ‘Háblame’ (Danny Philippou, Michael Philippou, 2022).
La película se acerca a los bosques del País Vasco para despertar esta aura de lo desconocido, al igual que hacían propuestas como ‘Irati’ (Paul Urkijo, 2022) y, de manera más sutil, ‘Handia’ (Jon Garaño, Aitor Arregi, 2017). Con la ermita como centro del drama, la cinta discurre en torno a la muerte como conflicto personal y colectivo. Los dos personajes de Emma y Carol se reflejan en el espejo de los espíritus con los que dialogan, en una confección del fantasma como ser anclado al mundo por un trauma no superado que le impide avanzar.
En ‘La ermita’, Carlota Pereda amplía la variedad de recursos de la realizadora que viniendo del terreno del slasher, de su anterior obra ‘Cerdita’ (2022), y se acerca ahora a una suerte de spanish gothic que parte de la mirada infantil. En este sentido, ‘La ermita’ se presenta como confirmación de una tendencia sociológica de interés por lo pagano en el mundo actual, muy acorde a las propuestas presentadas en el Festival de Sitges en sus últimas ediciones. El encuentro con el pasado desde el terror y lo fantástico se une también a la inclinación actual del cine español, cuya posición política de reivindicación de lo rural se manifiesta de diversas formas. Este neotradicionalismo alimenta ahora propuestas de género como ‘La ermita’, cuyos fantasmas discurren por la neblina de un pueblo atravesado por la tragedia.
Más sobre el autor: Ignacio Álvarez, nacido en León y graduado en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, posgrado en el Máster en Teoría y Crítica de la Cultura de la Universidad Carlos III de Madrid y actual estudiante del Máster de Crítica Cinematográfica de la ECAM. Con una constante inclinación por el cine desde la teoría y el análisis, sus trabajos se han centrado en el cine de Terrence Malick y Terence Davies, con la memoria y la infancia como temáticas principales.