Compartimos con vosotros este artículo de Cinemanía sobre las claves para producir de forma sostenible, segura y eficiente. ¡Dentro artículo!
“La industria audiovisual, a pesar de la creencia popular, es bastante contaminante. Implica un intensivo consumo de combustibles, tanto para el transporte como la energía necesaria en los rodajes y procesos de preproducción”. Asia Jaryzna es contundente al explicar la implicación que realizar una película o una serie tienen en el medioambiente. Eso sí, asegura que el margen de mejora es “grande, incluso enorme”.
La asesora de producción sostenible imparte clase en el nuevo Máster en Ecomanagement y Producciones Sostenibles de la ECAM, que nace para responder a un contexto en el que la sostenibilidad y el uso de prácticas respetuosas con el entorno y los recursos del planeta son cada vez más necesarios en la producción audiovisual.
“La sostenibilidad ha adquirido un papel crucial porque existe una mayor conciencia”, explica Jorge Papadopoulos, CEO de Eco Management Films y coordinador del posgrado, “las empresas buscan implementar prácticas sostenibles por responsabilidad, exigencias del mercado y regulaciones gubernamentales”.
Una de las consecuencias más inmediatas ha sido la inclusión, cada vez más habitual, de la figura del Ecomanager. La persona responsable de desarrollar y poner en marcha las estrategias para minimizar el impacto ambiental de las producciones, así como asegurarse de que cumplan los estándares de sostenibilidad establecidos. Un profesional que trabaja estrechamente con todos los departamentos, como explica el responsable, “para integrar prácticas sostenibles en todas las etapas del proceso hasta la ejecución del rodaje”.
En qué se materializa el impacto medioambiental
Asia Jaryzna indica que la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero proviene del combustible que se usa en vehículos y generadores, pero no son las únicas. “Tenemos que contar las emisiones indirectas por el consumo eléctrico y de materiales; y la producción de residuos”, añade, “así como el impacto sobre los espacios naturales que acogen las localizaciones. Tanto el directo, por el propio rodaje, como por el indirecto, por el posible repunte del turismo suscitado por una serie o película”.
Jorge Papadopoulos suma la elaboración de escenografías y utilería, dado que “pueden generar residuos que terminan en vertederos, contribuyendo a la contaminación del suelo y del agua; y a una mayor huella de carbono de la producción”. La Ejecutiva de Producción y Gerente de Sostenibilidad en Babieka Films, Jing Lin, que ejerce igualmente de profesora en el posgrado, incide en la repercusión de los desechos de comida y papel. Y pone un ejemplo: “Los contratos y guiones impresos innecesariamente en una producción de tamaño medio, ¡pueden llenar una caja del tamaño de un frigorífico!”.
Otro punto relevante son los “desplazamientos del equipo” y la “logística asociada”; que “emiten gases de efecto invernadero y contribuyen a la congestión del tráfico y la contaminación del aire”. Tampoco pasa por alto la “contaminación acústica y visual”, especialmente en entornos urbanos y áreas residenciales.
Estrategias para minimizar el impacto
El Máster de la ECAM tiene como objetivo enseñar las diversas soluciones que existen para minimizar el impacto de las producciones. Entre ellas, prácticas como el uso de materiales reciclados para la construcción y la “implementación de sistemas de gestión de residuos para reciclar o reutilizar materiales usados durante el rodaje”, que señala el coordinador. Minimizar el desperdicio de recursos es otra de las principales maneras de paliar la situación. Además de la concienciación y capacitación del personal.
Asia Yaryzna sostiene que hay que “cambiar el mensaje y reforzar los comportamientos sostenibles en sus contenidos”. La profesora advierte que se puede continuar trabajando como se venía haciendo hasta el momento “sin un plan a largo plazo que contemple el entorno que nos rodea”. Por ello, considera “vital” que se “dote de presupuesto” a la sostenibilidad en las producciones. Y no solo por la inversión en sí, “sino por la impresión que lo acompaña: si en un presupuesto hay partidas dedicadas a los posibles sobrecostes de la sostenibilidad, la percepción cambia radicalmente”.
En la misma línea se sitúa Jing Lin, que indica que, siempre que sea posible, es “muy recomendable” ofrecer cursos y materiales con los que formar a los trabajadores: “La eficiencia en reducción de huellas de carbono crece notablemente cuando tu equipo está convencido de que realmente tiene sentido”. La docente enumera medidas que se pueden tomar como priorizar siempre el uso de “energía limpia; reducir, reutilizar y reciclar los materiales de producción, escoger proveedores sostenibles y alojamientos cerca de la localización principal, usar vehículos eléctricos, etc.”.
La profesional defiende que integrar la sostenibilidad en la planificación, ejecución y evaluación de los rodajes “no es nada difícil”. “Piensa que somos como un niño pequeño que por una mala postura no andaba bien. Ahora nos hemos dado cuenta y estamos corrigiéndola. La etapa de acostumbrarse a la nueva puede ser dura, pero se pasará pronto”, amplía.
Uno de los motivos por los que Jorge Papadopoulos argumenta que este es un buen momento para formarse en ecomanagement es que contar con un plan de sostenibilidad es “ya un requisito indispensable exigido por cualquier subvención que conceden las instituciones públicas en ayudas a la producción audiovisual”. El coordinador de la titulación de la ECAM avanza que los criterios van a ser cada vez más exigentes y que conviene estar tanto al tanto de estos como de las “nuevas tecnologías y mejores prácticas que podamos aplicar en los rodajes”.
Jing Yang concluye tajante: “Las huellas de carbono no están en la calculadora, sino en la mano de los miembros del equipo de producción”.