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Carlos Vila no recomienda a la ECAM las siguientes series

Carlos Vila no recomienda a la ECAM las siguientes series

Carlos Vila es profesor ECAM del nuevo Curso de Guion de series de TV. Ha sido guionista de series como Motivos Personales (2005), Círculo rojo (2007) o Acusados (2010) y fue el creador y guionista del éxito internacional Los misterios de Laura (2009 – 2014) y de su remake americano (2014 – 2016). Como nunca llueve a gusto de todos, Carlos nos ha hecho una lista de series que han sido un petardazo pero que para él, no son para tanto:

Think different. Eso es lo que nos dijo Apple en 1997 para conseguir que más de la mitad del planeta compráramos un Mac o un Iphone. Es decir, para que todos pensáramos igual.Estrategias comerciales aparte, pensar distinto está bien. Si uno no piensa diferente al resto, no hay diálogo. Y sin diálogo no hay avance. Y sin avance no hay futuro.Digo esto para cubrirme las espaldas, porque estoy a punto de poner a parir algunas de vuestras series favoritas que, sencillamente, a mí no me parecen para tanto.

STRANGER THINGS (2016 – Actualidad)

Empezaré fuerte: no la soporto. No porque esté mal escrita, realizada o interpretada (aunque nunca sé cuándo Winona está en su papel y cuándo en un sketch de SNL), sino porque nos han vendido una serie original que no lo es.

He jugado a casi todos los Silent Hill, he crecido con Poltergeist (1982), E.T. (1982), Los Goonies (2985) y Stephen King, algunos elementos que tan descaradamente han metido en la batidora los hermanos Duffer y cuyo resultado Netflix nos ha vendido como el mayor descubrimiento desde el gintonic con cardamomo.

Además, empiezo a estar harto de homenajes a los 80. Yo también fui a EGB y coleccioné cromos de Naranjito… ¿pero no podríamos pasar página? “¿De qué va la segunda temporada de Stranger Things? ¡Qué más da! ¡Los chavales salen disfrazados de cazafantasmas! ¡Renovación ya!” Si eso es un valor de producción, en mi próxima serie disfrazaré a los personajes de Espinete y Don Pimpón.

 

MAD MEN (2007 – 2015)

Me gusta el ritmo lento como al que más. Me emocioné con Una historia verdadera (1999), de David Lynch, y aplaudí con las orejas su tercera temporada de Twin Peaks (2017). Pero es que creo que en esta serie sobre los publicistas de Madison Avenue no pasa nada. Y ni siquiera me parece hipnótica como la de Cooper.

Me la colaron con el primer episodio. Me dieron a entender que cada capítulo trataría sobre una campaña publicitaria a la que buscar las vueltas y que se mezclaría de manera magistral con la vida de nuestros personajes, al estilo de The good wife (2009 – 2016), por poner un ejemplo.

Pero todo lo que encuentro en Mad Men son secuencias eternas, momentos plomizos, silencios injustificados y cruces de miradas que casi nunca soy capaz de interpretar. Me gustan los personajes y sus conflictos, pero las temporadas se me hacen interminables y pierdo el interés por ellos enseguida.

 

MR. ROBOT (2015 – Actualidad)

Un hacker con trastorno de personalidad y que quiere usar sus habilidades para hacer el bien es contratado por un misterioso líder activista que quiere poner en jaque a occidente. Ole, ole y ole. ¿Pero de qué me vale una premisa tan brillante si luego no entiendo más de la mitad de los diálogos? Me conozco bastante bien y creo que no soy estúpido… pero esta serie consigue hacerme dudar.

De nuevo, me hicieron la trece catorce con el primer capítulo. Me dieron a entender que en cada capítulo, Elliot iba a utilizar sus habilidades informáticas para castigar de una manera retorcida a cuanto hijo de puta se fuese cruzando. Y no. Me cuesta saber de qué va cada capítulo, cuál es el objetivo de los personajes, qué es lo que conseguirán si llevan a cabo cada uno de sus planes. Y si no lo entiendo, no lo disfruto.

 

WESTWORLD (2016 – Actualidad)

Es un lío. No un lío nivel Interstellar (2014), donde si te estrujas la cabeza puedes creer que medio vislumbras, allá a lo lejos, las teorías de Christopher Nolan sobre los pliegues del universo y demás laberintos del cosmos. No, no ese lío, sino uno que a veces te lleva a pensar: “hace un rato que esta gente ya no sabe de lo que está hablando”.

Westworld me encantaría si fuera más accesible. Hay un parque temático futurista, robots que se creen humanos, tesoros enterrados, ensoñaciones que se confunden con recuerdos, un enigmático creador… Pero en lugar de usar esos ingredientes para cocinar una serie para todos los públicos, Jonathan Nolan y Lisa Joy prefieren escribir reflexiones sobre la nada y el todo que me recuerdan a las charlas entre Woody Allen y Diane Keaton en La última noche de Boris Grushenko (19975) (ya sabéis: “la subjetividad es objetiva pero no en un esquema racional de la percepción…”, “trigo amarillo, trigo rojo, trigo con plumas… ¡Crema de trigo!”) Unas Navidades en casa de los Nolan. Eso sí que tiene una serie.

 

BREAKING BAD (2008 – 2013)

En realidad, no tengo muchos motivos para ponerla a parir, más allá del “no me parece para tanto”. Creo que si no hubiera sido tan piropeada desde el principio, me habría gustado más. Pero cuando la vi del tirón, Walter White ya era el mejor personaje de la historia, Bryan Cranston, el mejor actor de la historia, Ozymandias, el mejor capítulo de la historia, y la serie en sí era la mejor ficción de la historia. Maldito hype.

Creo que Breaking Bad es entretenida. Se agradece que pasen cosas y que éstas se entiendan, y es un detalle que sus guionistas no me miren por encima del hombro. Pero simplemente no me parece para tanto.

Creo que es lentita. Y creo que el arco de Walter White tampoco marca un antes y un después en televisión. Lo haría si al final de la serie se hubiera convertido en un villano con todas las de la ley. Es cierto que Walter termina haciendo algunas cosas horribles, pero más movido por la cobardía o el instinto de supervivencia que por el hecho de haber caído al lado oscuro. Y para mí, eso le resta grandeza a su supuesta transformación.

 

THE LEFTOVERS (2014 – 2017)

Me encanta la premisa. Me encanta su banda sonora. Me encantan sus protas. Y el resto no lo entiendo.

Ya sé que este es un argumento que estoy repitiendo mucho, pero es que no aguanto las series intensitas. Vuelvo a repetir que no soy estúpido, por eso me pongo de mala leche cuando acabo un capítulo y me acuesto no con la sensación de que se me ha escapado “algo”, sino de que se me ha escapado TODO.

Encima, odio cuando una ficción me vende una cosa y luego me ofrece otra. En cine me pasó con Passengers (2016), esa aventura galáctica de misterio con Chris Pratt y Jennifer Lawrence que tenía tanto de misterio y aventura como yo de arquera amazona. A mí me vendieron The Leftovers como un enigma que continuaba la senda maravillosa de Lost (2004 – 2010), y me encontré con un montón de preguntas sin respuesta, unos personajes que se lo decían todo con la mirada, que hablaban con más subtexto del que yo era capaz de digerir y que reaccionaban de las maneras más desconcertantes.

 

LOS SOPRANO (1999 – 2007)

Ya está. Ya lo he dicho. Podéis escupirme si os cruzáis conmigo por la calle. Lo siento mucho, pero es que Los Soprano no es El Padrino (1972) ni Uno de los nuestros (1990), y aunque esto no es algo que tenga que jugar en su contra, para mí particularmente ha sido un problema.

Dicen que la ficción de David Chase es muy buena porque es muy real. Pero realismo no es lo que busco en una ficción sobre la mafia. Busco tiroteos, ritmo frenético y a Joe Pesci acuchillando a un moribundo encerrado en el maletero. Los Paulie, Chris, Junior… no tienen el color que los personajes de las películas de Coppola o Scorsese y se me quedan a medias.

Por si fuera poco, tengo la sensación de que en Los Soprano los conflictos nunca terminan de estallar. Cuando parece que se va a liar parda, aparece el FBI para eliminar la amenaza, o un tiroteo fortuito acaba con las posibilidades de una guerra de bandas. Y aunque hay varios momentos épicos a lo largo de la serie, y aunque Gandolfini es uno de los mejores actores que se han puesto delante de una cámara, no veo Los Soprano como la mejor serie de todos los tiempos. Lo siento.

 

¿Ofendidos? Por supuesto que sí. Pero yo llevo años escuchando que Lost es una sobrevalorada e improvisada tomadura de pelo, y por si fuera poco, ahora resulta que Friends (1994 – 2004) es una serie machista y homófoba. Y me tengo que joder. No quiero convenceros con mis opiniones, porque si todos acabamos pensando de forma diferente, acabaremos pensando todos igual. ¿Y dónde estaría entonces la gracia?

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